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“Nunca he separado la vida del trabajo, eso me ha hecho ser más productiva”

– ¿Tienes tantos libros y artículos que debes ser una de las personas que más ha escrito sobre feminismo?

He tenido mucha suerte porque he podido unir mi pasión por el feminismo con mi trabajo, y nunca he separado el hecho de ser mujer ni de mi profesión, ni de la política, ni del trabajo intelectual. Siempre he necesitado escribir para ordenar mi pensamiento. El feminismo me ha permitido encontrar un camino integrado. Escribir es una manera de hacer simbólico, que es lo que me interesa hacer: significarse me libera como mujer. Aunque escribo en solitario, las investigaciones suelen ser colectivas. He conseguido crear y mantener buenos equipos. Creo que la verdadera creatividad es en común. Además desarrollarse en el mundo universitario es muy difícil para una mujer sola.

-Hablas del fin del patriarcado, y que las mujeres en el siglo XX hemos desarrollado una revolución silenciosa y pacífica que va hacia adelante. Esta afirmación no es excesivamente optimista?

Ahora y gracias a nosotras mismas, estamos mucho mejor que con el patriarcado. Y habría que constatar su fallecimiento – por que dejara de ser un muerto viviente-porque a las mujeres ya no nos aporta nada. El patriarcado ha muerto porque no tiene crédito femenino. Es un sistema periclitado, aunque el poder y el simbólico continúe siendo masculino. Las mujeres ya no piensan en si mismas como inferiores ni se creen que el hombre sea el centro del universo. Estamos abriendo paso a otros valores, y recuperamos el simbólico de la madre. Dar por terminado el patriarcado consiste en dejar de dar crédito a un enemigo y reconocer que el lugar de los hombres en la vida de las mujeres ya no es lo que era. Cuando una mujer desplaza al enemigo fuera de ella, se le abre un espacio de estar para la libertad. Se puede dar en cualquier mujer, sea esta rica o pobre, emancipada o ama de casa, sea cual sea el lugar que ella ocupe en el mundo. Porque la libertad no es un privilegio sólo de Occidente.

-¿Pero no es cierto que las mujeres siguen dominando el mundo de lo privado y que a los hombres les cuesta mucho incorporarse al mismo?

También se ha superado la idea antigua de la división del mundo entre público y privado. Estamos en el mundo social, económico y político, y seguimos luchando por que el mundo de lo privado llegue a todos, no como renuncia a nada si no como aportación y necesidad vital de ser personas completas. Nosotros las mujeres, somos más felices cuando logramos que la calle o el mundo de la empresa se parezca a la vida que hemos organizado puertas a dentro. Es un cliché masculino, eso de que nosotras nos conformamos con menos, y que sólo dominamos más el mundo privado. No tenemos por qué escoger una cosa o la otra. Hay que superar las dualidades y hacer lo que nos parezca mejor, y que se considere igual dedicarse a la familia, como tener éxito en la profesión, tanto para mujeres como para los hombres .

-Las mujeres siguen muy alejadas del mundo del poder, y que cuando el ejercen lo hacen desde la perspectiva de lo masculino…

– Es cierto que nosotros a nivel simbólico, aun nos dejamos el "vestido" de mujer en la puerta, cuando estamos o interviniendo en lugares de tradicional poder masculino, como las empresas, el mundo de la política o en los medios . Me hizo mucha gracia en un debate televisivo cuando una mujer tras responder varias cuestiones dijo, ‘y ahora hablo como mujer’. Y yo me pregunto y antes como hablaba, ¿cómo hombre? De todos modos a mí me gusta especialmente la frase: ’el poder degrada más al que lo ejerce, que al que lo sufre. Nadie debería tener derecho a oprimir’.

-¿Puedes explicar lo que significa el retorno de lo simbólico de la madre?

La madre ha vuelto a la universidad, donde había sido expulsada, en nombre de lo considerado científico, aunque la relación con la madre sea, para mujeres y hombres, la escuela primera del amor. La madre vuelve a ser reconocida como garante de lo simbólico. Nadie más tiene su autoridad: ni la comunidad científica, ni el derecho, ni las iglesias jerárquicas El orden simbólico es el de la madre. Significa hablar en tu lengua materna, ser fiel a tu ser mujer, a la diferencia sexual, a la relación entre las mujeres y reforzar esta energía compartida desde siempre.

-¿Las nuevas generaciones de mujeres son más o menos concienciadas y feministas que las de generaciones anteriores?

Yo estoy dando clases desde el año 82, entonces el feminismo ya había tocado muchas mujeres. Y ahora sigue fuerte, porque muchas de las chicas que llegan ahora a la Universidad son hijas de feministas o de mujeres que se han dejado tocar por el feminismo. También se nota que en la secundaria han tenido muchas profesoras feministas. Pero la diferencia que se nota es que en la Universidad descubren que ser mujer, desde su experiencia humana femenina, tiene un horizonte infinito, y que aquí vienen a descubrir sus preguntas, no las de las otras generaciones. Vienen a descubrir lo que ellas son en realidad.

-¿Qué retos deberá enfrentar el feminismo en el siglo XXI?

-El feminismo de la igualdad ya ha tocado techo, y las mujeres que están en esta práctica, saben que tienen que dar un paso más. Han construido un mundo ficticio igualitario con muchos recursos gracias a las políticas de igualdad. Lo peor es que las cosas ’construidas’ si caen hacen mucho ruido. Pero las mujeres no necesitan ponerse retos. Aunque sí es cierto es que estamos en un tiempo de incertidumbre y de miedo. Muchas mujeres vuelven a ser ‘neutras’ o invisibles, y tienen el mismo miedo que los hombres a perder sus puestos de privilegio. La mayoría son mujeres que a fuerza de querer ser hombre y mujer a la vez al final no son ni una cosa ni la otra. Hubo un tiempo en que se creía que aumentando la presencia de la mujer en la universidad y en la política general podría cambiar el entorno. Ahora que ya hay un porcentaje mayor de mujeres que de hombres en la Universidad y tenemos muchas políticas, pero no ha cambiado casi nada. Las cosas cambian cuando cambia el simbólico, o cuando se cambia el horizonte del sentido que había antes en este lugar.

-Tú crees que hay un reconocimiento de la autoridad femenina?

Exactamente. La autoridad femenina tiene mucho que ver con la relación con la madre, porque si una no es capaz de reconocer en la madre la autoría de la propia vida, por lo que sea… esta es una relación que está siempre presente en nuestras vidas. Una debe ser capaz de reconocer el don de la vida recibida, y también de la palabra y la lengua, sino después es difícil que pueda reconocer la autoridad de otras mujeres, y esta es la clave, porque las mujeres ya llevamos muchos años en todos los ámbitos de la vida social y ya tenemos más seguridad para poder decir que no, pero también nos es más difícil el reconocimiento de la autoridad si una no está predispuesta a hacerlo. No hay que pedir nada, una tiene que coger lo que quiere, no esperar que te lo den. Lo que ellos tienen, pues, ya lo tienen. Es el momento de sexualizar el mundo en femenino, aunque el mundo sea ya sexuado, y domine el lenguaje, ¿cuántas veces hablamos en masculino de nosotras mismas? La autoridad es diferente del poder, la autoridad es uno más que se da en las relaciones y que se genera en las relaciones por sí mismas. Esta distinción se ve con la relación con la madre.

-¿Cuál es la reflexión que debería hacer el feminismo hoy en día?

El feminismo es un pensamiento y una práctica cotidiana, un deseo que lleva cambios y revoluciones, es partir de sí para llegar al mundo: nada más alejado del poder y de sus lógicas. Se trata de conflictos de naturaleza simbólica, es decir, en el punto en que nuestra experiencia es interpretada y representada. Es una cuestión de mirada: la política de las mujeres no pretende dar un vuelco a la realidad destruyendo, sino que apuesta por el cambio del nexo que cada una, cada uno, entabla con la realidad. La revolución simbólica, es decir, la mirada nueva, tiene consecuencias profundas, no menos significativas que las de una revolución que pasa el sistema a sangre y fuego. Lo vemos: la libertad femenina ha sido pasada de una generación a otra en las familias, en las escuelas, en las universidades, en los lugares de ocio ".

-Tú dices que vamos bien, pero si recortan los presupuestos para investigación y para las asociaciones de mujeres… ¿no iremos hacia atrás?

Nosotras estamos acostumbradas a la austeridad y así seguiremos. La investigación es creatividad, que pide más tiempo y dedicación que dinero. Lo que si se tendrán que recortar son los despilfarros, los actos sociales institucionales o no -de tipo masculino- algunos organizados por mujeres que gastan muchísimo dinero público. Poco a poco se está imponiendo a nivel social los valores de la madre de buena gestión, cuidado y respeto del medio ambiente.

Fotos AmecoPress.